martes, 19 de enero de 2010

no creo que sea tarde



La barca siguió por la corriente del rio. varios fueron los días siguientes, meses. El herrero se había ido a pescar a la orilla del rio cuando vio la embarcación a lo lejos. Una vez al alcance de ella, la saco del agua, se sentó en una roca y la observo atónito, era verdad. La espada había cedido y el caballero mostraba las lesiones de aquella batalla. El herrero, humano, pero descendiente de elfos observo el bote y vio un pimpollo de frecias dentro de la embarcación. Luego de un tiempo de pensar y pensar noto que el sol se oscurecía, un eclipse daba la señal, él era el indicado. Largas horas tardo pero un arduo trabajo y la sangre alquimista lograron darle vida nuevamente. La espada estaba nuevamente un pedazo y el pimpollo tallado en el acero hacían de esta una espada inmaculada, única. Al terminar el herrero salió de su taller y para su sorpresa la noche le regalaba por doquier auroras boreales. Corrió al rio, al ver lo que le esperaba su asombro creció, ahí solo descansaban la barca y la armadura, vacía, sin rastros del cuerpo, corrió nuevamente hacia su taller y se encontró con un ser de espaldas, lo que más le llamo la atención fue la gran marca que llevaba en la espalda, un fénix resurgiendo de entre las llamas. El herrero atónito vio como el hombre se daba vuelta y lo miraba a los ojos, sus ojos eran castaños y con la marca inconfundible, el espiral verde azulado. - Tú la has vuelto a fundir?- fueron palabras de otro mundo las que llegaron a oídos del herrero. - Si mi rey- contesto el herrero - pero no creo poder reparar su armadura- el caballero sonrió torpemente, como si no recordara como sonreír- no hace falta mi amigo, ya no soy rey, un rey se es cuando se está con una reina, y en cuanto a la armadura, ya no la necesito, al tenerla me ayudaba para luchar con dragones, pero me quitaba agilidad y sin darme cuenta me alejaba de ella y de mis seres queridos. Quédatela, fúndela y vende el materia, seguramente podrás mejorar tu taller y  comprarte una casa nueva...- el caballero dejo de hablar al ver los ojos del herrero. -De nada sirve todo eso, mi mujer murió hace años por una enfermedad y nada podrá hacer que la recupere, tú que puedes, ve, quizás estés a tiempo de recuperarla-