jueves, 21 de enero de 2010

El horizonte y el recuerdo



El caballero corría y corría. Por momentos se sentía angustiado ya que ella no giraba ni por un segundo a ver si el seguía detrás de ella. Pero mentalizado el caballero respiraba profundo y seguía insistente al correr, quizás por las ganas de llegar junto a ella o por ser la realidad se sentía mas cerca. En plena carrera, en plena angustia recordó el momento en que decidió resucitar, que se sentía plenamente fuerte.
Se encontraba frente al mar, solo, era de noche. El viento soplaba y su cuerpo se sentía afiebrado. Sin pensar en esto, se sentó, miro a lo lejos y observo el mar y las luces de los barcos que adornaban el paisaje. Cerró los ojos y miro hacia sus adentros. Recordó momentos, cosas. Recordó hasta donde había viajado por amor, locuras que había hecho, errores que había cometido. Sintió otra vez miedo, sentía amor por aquella mujer, miles de veces había luchado, quizás de tantas luchas se había agotado, o quizás no sabía cómo luchar. Recordó las luchas, recordó que luchaba sin parar, recordaba que al principio los dragones caían y el vencedor era él, recordó que con el tiempo los dragones eran cada vez más grandes y el se sentía cada vez más pequeño. Entonces recordó que un día el miedo lo había superado, que en vez de mirar a los ojos a su oponente, había mirado al piso, había sido lastimado en ese momento en el corazón, aquella herida mortal que le había echo perder la conciencia y había caído desmayado en plena lucha. Recordó tantas cosas buenas y malas. Recordó los ojos color café de ella, esa mirada sincera. Por un instante los pensamientos se nublaron, como si perdiera el conocimiento, como si se desmayara. Respiro onda y siguió recordando. Recordó Todo. Abrió los ojos y casi era de día ya, el sol se asomaba ya en el horizonte y bañaba el mar de dorado. Habían pasado varias horas desde que se había sentado ahí. Sentía paz. Se sentía fuerte. Abrió los ojos por completo se acercó al agua y miro su reflejo en el agua cristalina, vio un brillo en su rostro. Corrió y se miro frente a un espejo. Sus ojos habían vuelto a la normalidad, su peculiar espiral estaba otra vez allí, mas remarcado que nunca. Reconoció el porqué, ya no lo podía ocultar mas, sabía que era lo mejor. Se dio media vuelta y se echo a correr en busca del porque el espiral. Ella lo esperaba, él sabía que tenía que buscarla. Era el amor de su vida. Él lo sabía, como un día se lo había comunicado en un sueño el abuelo de ella. - Es la indicada, nadie te amara como ella y nadie la amara como tu- Fueron recordadas las palabras en la mente del caballero. Cerro los puños, estaba decidido, sabía lo que tenía que hacer para recuperarla y sabia que dentro de ella habría una lucha interna, pero estaba convencido que el amor que sentían ambos, los volvería a unir, eternamente, como alguna vez se habían prometido debajo de una luna llena.
Miro al frente, la mujer lo estaba mirando, pero volvió a salir corriendo, nuevamente en dirección contraria a él. - Espera, te extraño- fueron las últimas palabras del caballero antes de volver a correr detrás de su amor.