viernes, 25 de diciembre de 2009

No son solo cuentos de hadas



Cuenta la historia que un día en el bar del pueblo un anciano contaba una historia sobre hadas y caballeros. El ambiente era calido y los niños escuchaban atentos al anciano. Los ojos de este se veían iluminados y vivos a la hora de contar la historia, peculiares eran estos, castaños espira lados de turquesa y verde. El viejo contaba que tiempo atrás un hada con las alas rotas había sido salvada por un caballero, había sido una historia feliz con desenlace triste y oscuro. Cada tanto el viejo decía… aun la recuerdo. En aquellos tiempos, donde situaba el relato, eran difíciles momentos y los dragones abundaban en la tierra. Al terminar la historia los ojos del viejo estaban llenos de lagrimas, hizo un silenció frío, se bajo las mangas, que rato atrás había echado hacia atrás en la efusión del relato, para tapar marcas de luchas pasadas y cicatrices que en algún tiempo dragones había hecho y jamás borraría.  Se puso en pie, tapo su cabellera blanca con la capucha de su capa y partió a su hogar, solitario, una casa alejada del pueblo donde era difícil el acceso ya que el pasto nunca había sido cortado.